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Esta noche he estado tomando unas cervecitas, sí. Y uno ya tenía ganas. No porque el que esto escribe sea más borrachuzo que el español medio, sino porque, en una ciudad tan monstruosamente grande como Madrid, es difícil sacar tiempo para, un día de diario, esparcirse relajadamente en buena compañía.
Y es de esto de lo que les quería hablar, de la compañía, no de la cerveza (maravillosa cerveza, por otra parte). Es cierto que la soledad que a uno a veces le machaca, se hace llevadera gracias al chat, al teléfono o, directamente, a la cama (solitaria, como es obvio). Pero, a veces, no viene mal el tener alguien al lado a quien "rallarle", alguien con el que poder hablar cara a cara, con quien llorar al hombro, o con quien reirse. Envidia tengo, por eso, de quienes son capaces de mantener un grupo de conocidos -de los lamados "amigos" cada vez quedan menos- con los que mantienen contacto frecuente.
No pienso tener hoy esa envidia, por imperativo psicológico insana. Hoy, al fin, he estado tomando cañas. Y, odiadme, en buena compañía.
Publicado
el
2002-11-12
a las
23:36
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4
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