|
Frente a la lápida de Su Majestad, arrodillado, caballero sin pendón ni orgullo, de despecho feroz las venas del brazo arrancaba. Odiando a tientas, suspiros de un plantel estigio, "¡alabardero, parte el pecho con tu pica!", malogrado, iracundo y deshecho.
Encarnado humor que empañaba el suelo, vida se escapa una vida, vida que riega otra vida, amarantos nacen de tierra finada. Cae, primero, su orgullo de soldado, amamantado en victorias, para acabar, en el charco, cuerpo inerte, esperanza y gloria.
¡No veis, oh blasonado señor, que a la flor que ha dado vida podría colgar de escote de doncellas! ¡Tan ciego está, que ya muerto, no ha sabido comprender que la sangre que ahora vierte, esperanza y gloria de otras batallas, de otras estrellas!
Publicado
el
2003-01-06
a las
21:23
|
0
Comentarios | Enlace
|
|